Sabor muy potente

Dulce pero sin azúcar, además de sabor duradero y consistencia adecuada. Para crear el chicle perfecto, necesita caucho de butilo, aromas, edulcorantes y los conocimientos precisos. Los productos de METTLER TOLEDO son también imprescindibles.

Chocolat Frey, la empresa suiza de dulces, fabrica mucho más que chocolate. Hace cuarenta años, la fabricación de chicle ya era el segundo segmento más grande de su negocio. En la actualidad, gracias a la producción anual de 5000 toneladas se ha convertido en uno de los principales proveedores de Europa.  Una gran parte de los chicles, aproximadamente el 80 %, se produce para la exportación. El resto se queda en las estanterías de Migros, la cadena suiza de supermercados.

El auge del chicle
El chicle existía mucho antes de que las grageas individuales de menta verde, canela o cerezas silvestres ocuparan las cajas de los supermercados. Nuestros antepasados consideraban que el chicle era un estimulante y un remedio. Durante las excavaciones de asentamientos en palafitos del Neolítico, arqueólogos de Zúrich descubrieron dos trozos de "chicle" hechos con resina de corteza de abedul que presentaban marcas claras de dientes. La base de goma de mascar obtenida de la resina de corteza de abedul contiene betulina, una sustancia con propiedades antiinflamatorias, antibacterianas y narcóticas. Dicho de otra forma: permitía aliviar el dolor y acelerar el proceso de curación.

En la actualidad, la gente masca chicle para refrescar el aliento, reducir el riesgo de caries o solo para entretenerse. Pero, ¿cómo se obtiene el chicle perfecto? En palabras de Robert Tylla, responsable de control de calidad del laboratorio de Chocolat Frey, "el chicle es básicamente una experiencia marcadamente sensorial". "¿Qué aspecto tiene, tiene una buena cobertura de azúcar, cruje cuando se muerde por primera vez? ¿Cuál es el sabor inicial?" Por ejemplo, los chicles que produce Chocolat Frey se comercializan en diversos sabores: de fresco (Spearmint) a ácido (Sparkling Fruits), pasando por un sabor intenso (Air Boost). Los chicles mantienen su sabor durante aproximadamente cinco minutos, tras los cuales acaban en la basura o como punto no biodegradable en las aceras.

Control de calidad
Todos los sabores nuevos de chicles tienen que superar pruebas sensoriales en el departamento de desarrollo. A continuación, le sigue un análisis químico. Con el fin de garantizar una calidad uniforme, Robert Tylla y el equipo del laboratorio comprueban todos los productos nuevos: "Analizamos los ingredientes y nos aseguramos de que se ajusten a la fórmula." Un nivel de calidad uniforme resulta vital para que los chicles tengan siempre el mismo sabor.  Sin embargo, esta no es la única razón para efectuar comprobaciones rigurosas. "Desde un punto de vista legal, los chicles deben contener exactamente los ingredientes indicados en la etiqueta. La información del paquete tiene que ser correcta," explica el experto.

La comprobación de cada sabor de chicle dura de uno a dos días e incluye la determinación del contenido de agua usando un valorador de Karl Fischer de METTLER TOLEDO. "Si hay agua presente en un producto, existe siempre el riesgo de crecimiento de bacterias. Por este motivo, los chicles no deberían contener prácticamente nada de agua," resalta Robert Tylla.  Con el objetivo de comprobar el contenido de agua usando el valorador de Karl Fischer, los chicles se colocan en un congelador durante una noche. A continuación, se muelen hasta obtener un material granulado, se mezclan con una solución de reactivo en el valorador de Karl Fischer y se valoran. "Lo ideal es que el análisis demuestre que el producto no contiene prácticamente nada de agua," explica Robert Tylla. No obstante, si se encuentra agua en el producto de forma inesperada, el equipo de fabricación debe averiguar qué materia prima es la causante de la presencia de agua en el producto.

Karl Fischer en METTLER TOLEDO
El químico alemán Karl Fischer desarrolló en 1935 el método que lleva su nombre. En la actualidad es el método de valoración más usado en todo el mundo. Ningún otro método determina el contenido de agua con más rapidez y especificidad. Durante casi 40 años, METTLER TOLEDO ha desarrollado valoradores de Karl Fischer y ha sido pionero de algunas innovaciones líder en este campo. "Nuestros dispositivos se encuentran actualmente entre los más exactos del mercado," afirma con orgullo Lukas Candreia, jefe de Valoración.

Los valoradores de Karl Fischer se emplean en la industria alimentaria, así como en otros sectores como el farmacéutico y el químico. Los clientes valoran su funcionamiento sencillo y seguro, así como su precisión. "Los productos químicos necesarios para la valoración de Karl Fischer se basan en metanol y son tóxicos. Evidentemente, no deberían entrar en contacto con los usuarios," afirma Lukas Candreia. El valorador de Karl Fischer soluciona este problema con el "Solvent Manager". Este componente  se integra en el dispositivo y permite la automatización del llenado, el purgado y la sustitución del disolvente.

Antes de que se utilizara el valorador de Karl Fischer automatizado, la valoración se llevaba a cabo manualmente con una bureta de vidrio. "Este era el método usado en Suiza hasta bien entrada la década de 1980. Todavía se emplea en algunas ocasiones en países menos desarrollados," comenta Lukas Candreia. Sin embargo, este método es mucho menos exacto, sin olvidar que resulta menos seguro para los usuarios. Finalmente, es más barato emplear el equipo, como bien sabe Lukas Candreia: "Los reactivos necesarios para el proceso son muy caros. El valorador de Karl Fischer utiliza aproximadamente dos mililitros por valoración. En el método manual se emplea mucha más cantidad. Lo que se ahorra por no adquirir el dispositivo se gasta en productos químicos. La otra alternativa sería comprar productos químicos de baja calidad, pero entonces el resultado no sería muy exacto. Para obtener resultados fiables, necesita el equipo adecuado."

Los expertos de control de calidad de Chocolat Frey comparten esta opinión. Desde 2008, el modelo DL38 del valorador de Karl Fischer ha dado un buen servicio al laboratorio y ha garantizado que el popular chicle sepa muy bien tanto hoy como mañana.